SEGUIMOS CUIDANDO CON SUJECIONES Y ES HORA DE SALIR DE LA COMPLACENCIA

SEGUIMOS CUIDANDO CON SUJECIONES Y ES HORA DE SALIR DE LA COMPLACENCIA

Algunos lo criticáis y otros lo aplaudís…

La Contra de La Vanguardia “En España todavía atamos a los ancianos a la cama”

La Contra de la Vanguardia

 

1) LA QUE MAS ME GUSTAA quienes lo aplaudís, os doy las gracias por apoyarlo y por contribuir tan positivamente a cambiar el modelo de cuidado… A quienes lo criticáis, os animo a que os sirva para reflexionar…

Cuando me propusieron la entrevista de La Vanguardia no sabía en qué sección sería. Cuando vi que sería en La Contra me entró vértigo porque su lenguaje es claro y directo. Pero del vértigo pasé a valorar la posibilidad de generar un impacto y que el impacto condujera a reflexión.

Hay quien me ha tildado de vehemente y de inocente por dejarme llevar por la periodista. ¿Vehemente en el sentido de defender mis postulados con pasión o en el sentido de hacerlo desde la impulsividad y la irreflexión? E ¿inocente dejándome llevar? Es cierto que vivo la problemática de la no sujeción con pasión, pero del resto, ni una cosa ni otra… Quien me conoce sabe que soy tremendamente reflexiva y que acostumbro a no dar puntadas sin hilo, más aún en un tema que posee tanta carga ética y emocional…

Realmente no quise que el artículo enojara “tanto” o más bien que “únicamente enojara”, pero como así ha ocurrido con algunas personas y entidades, les pido a las personas y entidades que se han enojado, que vean en él una  oportunidad. Si les vale mi experiencia personal, les diré, que como mucha gente que me ha escuchado sabe, a mí me criticaron duramente por utilizar sujeciones, y después de enfadarme durante varios días por la crítica, tuve que reconocer que se me habrían muchas posibilidades de mejorar y de mostrar al mundo que podía hacerlo mejor.

Llevo seis años gestionando cambio en las organizaciones. Según Schein para generar cambio, primero hay que descongelar a la organización, invalidando su conducta, haciéndole enfrentarse con su “verdadera y cruda realidad”, para que se cuestione “su hacer”, que no necesariamente “su ser”, de forma que tras el autocuestionamiento se produzca el cambio y la mejora.

Soy consciente de que desde hace unos años, las cosas han mejorado en lo que a uso de sujeciones se refiere, se sujeta menos y se sujeta mejor. Lo he dicho en muchos foros y quizá lo que se me reproche respecto al artículo es que no reconociera esa realidad en ningún momento. Pero en esa ocasión no tocaba decirlo, el artículo no buscaba complacer, buscaba gestionar cambio. ¿Y por qué? ¿Por qué esa actitud por mi parte cuando creemos que estamos mejorando?. Porque después de tantos años de programas sensibilizando para no sujetar, seguimos sujetando, sin más… Alguien ha cuestionado incluso mi afirmación de que sujetamos mal. ¿Y por qué molesta escucharlo si por desgracia sigue siendo cierto en muchísimas organizaciones?; bien lo saben la multitud de entidades que me escriben para que les oriente buscando conseguir no ya que sus profesionales no sujeten, sino que sujeten bien.

Algunas organizaciones sujetan mal y otras lo hacen bien, pero en definitiva, siguen sujetando. Cuando es palpable que cada vez somos más profesionales en muchas cosas, en muchísimas, choca ver que nos cuesta serlo cuando se trata de reconocer que tenemos no solo que sujetar bien, sino que debemos de dejar de sujetar.

Son ya 10 años trabajando e investigando sobre las sujeciones y me considero una experta en el tema; además no soy “alarmista”, y en consecuencia no hago demagogia con ello. Lo que ocurre es que la realidad de la sujeción en España es de “alarma social”, y mientras sigamos siendo complacientes con ello, seguirá siéndolo, de forma, que un cambio social que se puede producir en el curso de 4 o 5 años, se producirá en 20. Y a mí eso me resulta éticamente inaceptable…

Es mucho el tiempo que llevo luchando porque en España se deje de sujetar y las respuestas que recibo son “en mi centro se sujeta lo necesario”… Y mi pregunta es, “¿cuánto es lo necesario?, ¿lo que decidimos los médicos de los centros?, ¿lo que decidimos sus directores?” Pienso que si lo necesario fuera lo que decide la persona que cuidamos, en este país no se sujetaría…

Hay personas que influyen, y lógicamente yo busco hacerlo…  A veces soy cálida, a veces soy dura y ese día me tocó ser dura. No me gusta la confrontación, siempre soy de palabras correctas y de empatía hacia las organizaciones, porque yo he pasado por el mismo proceso por el que ellas tienen que pasar. Pero hay que sacar al país de la complacencia, que es el punto en el que está. Y como estoy plenamente comprometida con el proyecto social que supone dejar de sujetar, a veces gusto y a veces no… Yo siempre quiero gustar… pero a veces no toca.

Mientras haya personas sujetas, deberemos de ser menos complacientes porque por desgracia para las personas que cuidamos, el poder lo tenemos los profesionales que cuidamos: “Si yo autocuestiono mi hacer mis pacientes dejarán de estar sujetos, y si no lo hago seguirán sujetos…” El origen del problema de sujetar no radica en la persona cuidada, el déficit no está en el paciente, el déficit está en la organización que no sabe cómo cuidar sin sujetar. Lo positivo es que a cuidar sin sujetar se aprende. Solo hay que querer hacerlo.

Atar y sujetar; técnicamente es sujetar, pero emocionalmente es “atar”; debemos de ser concientes de ello. No me gusta la palabra atar, pero seguir diciendo que se sujeta resulta a veces un eufemismo, porque aunque técnicamente sea “sujetar”, emocionalmente “para quien lo vive” es “atar”. Quien me ha escuchado sabe que yo siempre utilizo el término sujetar, pero quien escribió el artículo, que desconocía que en España se sujeta a las personas los 365 días del año durante las 24 horas del día, se sintió tan emocionalmente abrumada con la cruda realidad, que decidió que su titular diría que “todavía” (cuando el programa Desatar lleva 10 años y el Programa Libera-Care lleva 6) se sigue “atando” (porque según pasa el tiempo y son más los años que tanto un programa como otro llevamos disponibles para los centros, la palabra “sujetar” va perdiendo sentido y va tristemente ganándolo la palabra “atar”). Nos guste o no, esas son las emociones que la realidad de la sujeción provoca en las personas una vez que la conocen. Y como creo que el lenguaje es un magnífico instrumento para gestionar cambio, reconozco la valentía y compromiso social que encierran las palabras de la periodista.

Respecto a la vivencia de la dignidad por parte de la persona cuidada y las sujeciones, en mi experiencia y después de años trabajando la retirada de sujeciones, he podido llegar a la firme conclusión de que “nadie quiere estar sujeto, los pacientes no entienden que se les sujete y viven la sujeción como indigna”. Estoy firmemente convencida de que cuando al paciente le presentas dos opciones de cuidado, una que supone sujetar y otra que supone, con la misma seguridad, cuidarle sin sujetar, nunca escoge la primera opción, siempre opta por la segunda. Y esto es lo que me conduce a “denunciar”, que seguimos sujetando y debemos de dejar de hacerlo y que tenemos que centrarnos más en la persona y en la calidad de vida en el cuidado.

Soy consciente de que ha habido personas y entidades que se han molestado. Pienso que no está mal que las praxis se cuestionen, creo que para que haya mejora, hemos de empezar a cuestionar nuestro hacer: No hay mejora sin autocuestionamiento, porque ¿para qué vamos a mejorar lo que no nos hemos cuestionado que sea mejorable?.

Todo lo que el artículo dice ocurrió: Lo poco profesionalizado que estaba el sector, los analgésicos que tuve que administrar para tratar las lumbalgias, las sujeciones químicas que no quise poner y me condujeron al despido… Tuve experiencias alarmantes y muy faltas de profesionalidad en un par de organizaciones, por fortuna hace ya muchos años y me condujeron a cambiar. Es mi experiencia personal y es lo que yo viví. Es cierto que fue hace mucho tiempo…, pero ocurrió. Y es lo que el artículo recoge, mi experiencia personal, la experiencia que me hizo cambiar.

Reconozco que el lenguaje directo del artículo puede resultar duro, pero seguro que no más que la realidad: En España se sigue sujetando y sin embargo existen modos de trabajar que permiten no hacerlo. El modelo de cuidado español no está centrado en la persona, porque si lo estuviera no sujetaríamos a las personas; el modelo de cuidado no está centrado en la dignidad de la persona y en su calidad de vida, porque si lo estuviera no sujetaríamos a las personas; la sociedad no empatiza con las personas mayores, porque si lo hiciera no resultaría tan complicado erradicar el uso de sujeción. El modelo de cuidado sujeta, y no resulta aceptable decir que lo hacemos para que los pacientes no se caigan, porque el modelo de cuidado sin sujeciones no propone que el paciente se caiga, propone darle la misma o mayor seguridad “sin sujetar”, y con muy buenos resultados. Y tampoco resulta aceptable seguir sujetando argumentando que para no hacerlo es necesario un mayor ratio de personal; es lógico suponer que todo sería más fácil con un ratio mayor de personal, pero como he manifestado largamente, ni en las organizaciones que han dejado de utilizar las sujeciones ha sido necesario aumentar el personal, ni en las organizaciones que cuentan con un  mayor ratio de personal la prevalencia de uso de sujeción es menor que en aquellas con menores ratios, sean privadas o sean públicas.

Es cierto que la entrevista se focaliza en los centros de atención a personas mayores, porque es en ellos en los que se manifiesta de forma más abigarrada la problemática. Sin embargo el problema va más allá, el uso de sujeción es algo generalizado, que no solo ocurre en los centros de atención a personas mayores, sino también en los hospitales, en los centros que abordan la salud mental, e incluso en centros para personas con discapacidad, y que no solo ocurre con pacientes de perfil geriátrico, sino que, como dice el artículo, es algo cultural, es cultura de país, algo, como digo, generalizado, algo de valores de país, de forma que le damos peso a la seguridad, y eso está muy bien, pero hemos desequilibrado la balanza, y la seguridad pesa tanto que «ahoga» al resto de valores. Y el problema es que no nos centramos en la persona. No se trata de maltrato, se trata de que el objetivo es la eficiencia en gestión y no la persona, no la eficiencia en calidad de vida en el cuidado; el objetivo no es la humanidad en el cuidado, no lo es, y sin embargo ese debería ser el objetivo. Porque eso es cuidar.

Y en todo esto la administración pública está en general ausente, porque si estuviera presente, nuestra prevalencia de uso de sujeción no sería tan alta. Y cuando está presente, a veces no lo hace desde la positividad, lo hace desde el castigo, desde las multas, desde las demandas… Y eso no está bien, porque no construye nada. Estar presente significa apoyar iniciativas que ayuden a las entidades a comprometerse con valores que cambien la cultura del país, estar presente significa acompañar a los centros en el cambio, tenderles la mano y comprenderles, entender que el cambio es complicado, que equilibrar la balanza de los valores resulta muy difícil y que a veces, en ese camino, se encuentran solos; estar presente es también entender que hay familias que colaboran, y ayudan al cambio, y otras que no, que dificultan el proceso y amenazan con demandar. Estar presente no es castigar sin haber acompañado previamente, sin haber enseñado previamente.

Y estar presente no es entender “solo” que se debe de sujetar bien y ya está; estar presente es avanzar en profundizar en lo que quieren las personas que cuidamos, y existiendo la posibilidad de que se les cuide sin sujetar, eso es lo que quieren las personas que cuidamos… Es que no se trata de que haya posibilidad de elección, centros que sujetan y centros que no sujetan; no, simplemente no pueden seguir existiendo centros que sujetan, aunque lo hagan bien. Como digo, cuando al paciente le presentas dos opciones de cuidado, una que supone sujetar y otra que supone, con la misma seguridad, cuidarle sin sujetar, nunca escoge la primera opción, siempre opta por la segunda. Entonces…, ¿por qué siguen existiendo centros que sujetan?, ¿por qué en este país no todas las personas mayores dependientes tienen la posibilidad de elegir que no les sujeten?.

No está bien generalizar, porque hay comunidades donde la administración pública se está implicando y comprometiendo con el problema, pero en la mayor parte de ellas, su compromiso es muy escaso; no es tan escaso con el “sujetar bien” pero sí es escaso o incluso nulo con el “dejar de sujetar”.

Lo expuesto no dice nada más que todo eso. Duro, sí…, a veces el mensaje tiene que serlo, porque lo que está ocurriendo es duro. Seguimos sujetando, seguimos transgrediendo derechos de las personas que cuidamos y seguimos haciéndoles sentirse indignos. Y lo estamos haciendo todos, los profesionales que no admitimos que debemos de “aprender a trabajar sin sujeción”, porque no se trata de nada más, las administraciones que deben de empezar a exigir y enseñar no solo el “buen sujetar”, sino en el “no sujetar”, y por supuesto la familia, sin cuya compresión y acompañamiento el cambio resulta imposible.

La mejora continua y el desarrollo de la calidad es algo reconocido y bien aceptado en todas las organizaciones. ¿Y por qué en este caso no?. No considero correcto proceder únicamente con la denuncia de una situación sin aportar soluciones para corregir lo denunciado. Esa es la razón por la que yo misma ofrezco una metodología de trabajo que permite corregir el uso de sujeción, e incluso, si se desea, con programas formativos individualmente adaptados a las necesidades y posibilidades de cada organización, así como el reconocimiento a una buena labor para las entidades que deseen agradecer el esfuerzo a sus equipos de gestión. ¿Por qué esta cuestión sigue siendo después de tantos años objeto de tanto debate?. No es razonable…

Sería bueno que dejáramos de polemizar sobre este tema. Se trata de un  tema de salud; cuidar sin sujeciones desencadena un efecto positivo en la salud de las personas y es un obligación moral apostar por ello.

Quiero finalizar este escrito animando a las organizaciones a cambiar, a transformarse. Os animo a salir de la complacencia autocuestionándoos, molestándoos porque se os critique pero inmediatamente reaccionando y cambiando vuestras formas de hacer, para dejar de sujetar. Vivid mi crítica como un regalo, como un oportunidad de mejorar y de transformaros. Y veréis lo satisfactorio que os resultará ver cómo vuestro esfuerzo repercute positivamente en la salud de las personas que cuidáis. Cada persona y cada organización construimos nuestra propia realidad, nosotros elegimos lo que queremos ser. ¿Queremos seguir enfadados o queremos convertir esto en una oportunidad?. Eso, cada persona y cada organización tendrá que decidir…

Y por supuesto animo a la administración pública a entrar en el cambio apoyando de una manera más explícita y valiente un modelo de cuidado que no sujeta.

En ese camino y con la inestimable colaboración, implicación y apoyo de muchas otras entidades completamente comprometidas con un modelo de calidad de vida y sin las cuales esto no sería una realidad, todas juntas intentando cada día explotar el tremendo potencial de las personas y las organizaciones que en España se dedican a cuidar, podréis contar con la Fundación Cuidados Dignos y el Programa Libera-Care, y como no, con los otros tres programas para el acompañamiento y formación en la eliminación de sujeciones que existen actualmente en España, el Programa Desatar al Anciano y al Enfermo de Alzheimer, el Programa Cuidados de Demencias sin Sujeciones y el Programa No Sujetes, así como con todos los centros que distribuidos por todo el país ya están trabajando en un modelo sin sujeciones.

Por eso os animo a entrar en el cambio y ¡cambiar! ¡Os deseo mucho éxito!

Fdo: Ana Urrutia Beaskoa